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Beepers explosivos o como Oriente Medio se desliza a una guerra ampliada


En Israel, el asombro y el elogio por la notable operación encubierta que detonó esta semana miles de equipos personales de comunicación de la milicia Hezbollah se mezcla con el desconcierto. El premier Benjamín Netanyahu prometió en dos ocasiones las últimas horas que regresará a sus casas y en un entorno de seguridad a los decenas de miles de evacuados de las ciudades cercanas a la frontera norte.

Allí se libra un conflicto de baja intensidad con la milicia libanesa desde que Hamas disparó la actual guerra en Gaza con el sangriento ataque terrorista del 7 de octubre. No se entiende sin embargo de qué modo este extraordinario episodio con los beepers y walkie-talkies explosivos conformaría aquel propósito. Más bien todo amenaza agravarse.

Grandes contingentes del ejército israelí están siendo desplazados desde Gaza hacia el norte a tono con el anuncio del ministro de Defensa, Yoav Galant, sobre el ingreso a una fase de guerra con Hezbollah. El líder de esa organización, Hazzan Nashrallah, humillado por el ingenio israelí con los beepers, calificó todo el episodio como una “declaración de guerra”, demoliendo los límites que persistían hasta ahora en el enfrentamiento.

Es el umbral de un conflicto ampliado aún más agudo si se involucra Irán, el padrino del grupo libanés. No es lo que quieren ni EE.UU. ni Europa, pero carecen de capacidad para evitarlo.

Aparece ahí una dimensión lateral que conviene observar en relación al nuevo presidente moderado de la potencia persa, Masoud Pezeshkian, quien multiplica las señales hacia Occidente en busca de un alivio de las sanciones y romper el aislamiento de su país. En esa reconciliación llegó incluso a repudiar al aliado ruso por una diferencia crucial de intereses en el Cáucaso Sur.

Pero este escenario desmadrado solo fortalecerá a los halcones iraníes y despedazará la estrategia de apaciguamiento de Pezeshkian que, por cierto, tampoco recibió simpatías de parte de los halcones israelíes.

Junto con el descarte de cualquier tregua en Gaza, la marcha hacia una suerte de tercera guerra del Líbano es un proyecto trazado en el arenero desde mucho antes de los actuales acontecimientos. Un informe del portal Al-Monitor, especializado en la región, indicó que el ataque con los dispositivos Israel lo preparó para usarlo en el pico de esa eventual conflagración. Se decidió adelantarlo en una reunión de once horas de los servicios de inteligencia israelíes tras confirmarse que dos altos oficiales de Hezbollah sospechaban de los beepers. El adelanto se convirtió en una inevitable provocación.

Un relevo polémico

La agudización del escenario tiene otras aristas, entre ellas el posible desplazamiento del ministro de Defensa Yoav Galant, crítico de Netanyahu y sus estrategias militares. Lo relevaría Gideon Sa’ar, un político que defiende la noción de que el conflicto en Gaza debe saldarse con una reducción de ese territorio a favor de Israel. Si no es Sa’ar, el nuevo ministro sería el actual canciller de línea dura, Israel Katz.

Un grupo de gente mira al secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, pronunciando un discurso por TV, en una cafetería en el suburbio sur de Beirut, Líbano. Foto EFEUn grupo de gente mira al secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, pronunciando un discurso por TV, en una cafetería en el suburbio sur de Beirut, Líbano. Foto EFE

Galant es el único miembro del gabinete de Netanyahu que demandó negociar con Hamas para cesar la guerra y lograr la liberación de los israelíes capturados por la banda terrorista el 7 de octubre. Este militar tiene otro interesante antecedente sobre aquel sangriento ataque que causó 1.200 muertos, la mayor masacre contra el pueblo judío desde el Holocausto. Netanyahu formó gobierno a fines de 2022 con una alianza que incluyó a un puñado de partidos ultranacionalistas y religiosos que defiende que Israel debe anexionar los territorios palestinos sin que quede claro el destino de sus pobladores históricos.

Estos partidos, aunque políticamente muy minoritarios, controlan el Ejecutivo porque si dejan la coalición cae el gobierno y Netanyahu enfrenta problemas de corrupción que podrían llevarlo a la cárcel. Recordemos que el premier impulsó una polémica reforma para reducir las capacidades de la justicia debido a sus cuestiones personales. La iniciativa la abrazaron también sus aliados integristas decididos a impedir que los magistrados cuestionaran las decisiones que se adoptaran en el Parlamento, la Kneset, entre ellas el avance de más colonias en los territorios palestinos.

La polémica reforma generó una histórica rebelión en Israel a todo lo largo de 2023, con marchas multitudinarias reclamando al Ejecutivo que respete el Poder Judicial y se adelanten las elecciones para elegir un gobierno alternativo. En marzo del año pasado, Galant le advirtió a Netanyahu que esa crisis política estaba debilitando gravemente la seguridad de Israel, lo que acabaría confirmándose meses después. El premier reaccionó colérico y despidió a su ministro, pero retrocedió y lo retuvo debido a un sonoro reproche público contra ese despido.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ante un mapa de la Franja de Gaza, explica a los espectadores cómo Hamas ha importado armas al territorio. Foto EFEEl primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ante un mapa de la Franja de Gaza, explica a los espectadores cómo Hamas ha importado armas al territorio. Foto EFE

La alarma de Galant fue avalada por el líder de la oposición en Israel, el ex primer ministro Yair Lapid quien, ante una comisión civil de investigación, sostuvo que el Ejecutivo no reaccionó al alerta de Defensa a mediados del año pasado sobre una previsible agresión de milicias palestinas aprovechando los tumultos y furias callejeras.

En esa exposición, Lapid sostuvo que el premier y sus ministros enfocaron “toda su atención en la aprobación parlamentaria de su reforma judicial”. Reveló que en julio de 2023 recibió un informe de Ronen Bar, jefe del servicio interno del Shin Bet, que daba “advertencias sin precedentes” sobre “las consecuencias de seguridad” que trajo la polarización causada por la reforma. Lapid dijo que le preguntó a Bar si Netanyahu y su gabinete estaban al tanto “y la respuesta fue: ‘Por supuesto que sí’”.

La protesta callejera

El clima bélico actual desde Gaza a Líbano pasa por encima de aquellas constataciones, al extremo de que Netanyahu es el único alto funcionario que no se ha disculpado por las fallas de seguridad asociadas a la tragedia de octubre. Según la Casa Blanca el mandatario se maneja anclado a un objetivo político.

Por eso las masivas manifestaciones en Israel en contra de cómo ha llevado el conflicto con Hamas que exigen que priorice rescatar a los cautivos. Netanyahu ignora esas demandas y parece apostar a la guerra ampliada que tanto apague los cuestionamientos como habilite todo tipo de movimientos, incluso una novedad histórica como reacción al ataque de octubre.

El gobierno descarta la solución que defiende EE.UU. y Europa de la creación de un Estado Palestino como clave para pacificar la región. En cambio, en el radar del legislativo israelí figura la posible ocupación del norte de la Franja de Gaza, donde sus residentes ya no podrían regresar, o serían expulsados señalan analistas como Aluf Benn en Haaretz. El general retirado Giora Eiland indicó al respecto que los palestinos que aún permanezcan en ese área serían expulsados. En agosto, fue nombrado el coronel Elad Goren como titular de una dependencia en la Franja que aquel diario tradujo como “una virtual gobernación de Gaza”.

Una manifestación para pedir el regreso inmediato de los rehenes retenidos en Gaza, en medio del conflicto en curso entre Israel y Hamas, cerca de la residencia del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Foto ReutersUna manifestación para pedir el regreso inmediato de los rehenes retenidos en Gaza, en medio del conflicto en curso entre Israel y Hamas, cerca de la residencia del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Foto Reuters

Estos intereses explican el fracaso de cualquier negociación para un cese del fuego como pide Galant o el propio Washington. No se busca por ahí. Este primero de setiembre, el ministro de Hacienda, Bezalel Smotrich, uno de los más rígidos ultrareligiosos del gabinete, aclaró que “el territorio no será devuelto a los habitantes de Gaza”. No indicó si se refería a toda la Franja o el área del norte.

Los arquitectos de esta construcción que regresaría las colonias a la Franja, miran con atención el Cáucaso Sur y Armenia. No por las inquietudes del nuevo mandatario iraní. Lo que observan es el grave suceso que vació de armenios el enclave de Nagorno Karabaj, un territorio ancestral de ese pueblo desde el milenario reino de Armenia. “Fueron expulsados de la región hace un año, –dice Benn– en una acción del presidente azerbaiyano Ilham Aliyev, un estrecho aliado de Israel”. Los sitiaron con hambre y sin energía diez meses hasta que se marcharon. Nada ejemplar.

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