“Era alrededor de la medianoche del 16 de mayo de 2022 cuando mi gato comenzó a correr por la casa y a maullar fuerte y constante. Corrí unos 300 metros y en ese preciso momento ocurrió un ataque. Perdí el conocimiento, no estoy seguro si me desmayé o si el impacto me tiró al suelo. Lo cierto es que sufrí un infarto y que, gracias a los gritos de mi gato que se quedó a mi lado, me encontraron y me llevaron al hospital, donde los médicos salvaron mi vida”, relató Vasyl Pryhodko, de 59 años, quien fue profesor de física en la Universidad Pedagógica Estatal de Sumy, en Ucrania, pero tuvo que huir cuando un ataque con misiles destruyó su hogar y puso en riesgo su vida.
Posterior a esa noche terrorífica, donde varios civiles murieron y decenas de casas fueron destruidas, Vasyl -ya recuperado de salud- huyó a la ciudad de Odesa, dejando todo atrás. Actualmente, reside en un asentamiento colectivo y trabaja como profesor de física nuclear en la Universidad local, luego de que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, lo asistiera con documentación, ropa, cama, muebles, almohadas y frazadas para empezar a rearmar su vida.
“Todo lo que tengo a mi alrededor fue brindado por la agencia”, señaló Vasyl.
A partir de esta experiencia, el compromiso con la ayuda a la comunidad se volvió un pilar fundamental en su vida. Tal es así que el ucraniano de 59 años permanece separado de su esposa, cirujana pediátrica cardíaca, quien se encuentra en Polonia como voluntaria ayudando a niñas y niños ucranianos refugiados. “Desde el primer día, tanto mi esposa como yo, estuvimos involucrados activamente en salvar a nuestra población”, expresó.
La historia de Vasyl Pryhodko no es la única y todas necesitan ser escuchadas. Hoy, más de 3,5 millones de personas permanecen desplazadas dentro de Ucrania, y 6,9 millones han buscado refugio fuera del país, forzados a abandonar sus hogares en busca de seguridad, protección y ayuda, luego de la escalada de la guerra en febrero de 2022 del que se cumple su tercer y triste aniversario.

Tres años de una emergencia sin precedentes, que es considerada el éxodo de refugiados de más rápido crecimiento desde de la Segunda Guerra Mundial. Tres años que han puesto al pueblo ucraniano en situación de vulnerabilidad, alarma, angustia y desesperación.
Tres años han pasado y las necesidades humanitarias y de protección continúan siendo enormes.
Para 2025 se prevé que alrededor de 12,7 millones de personas necesitarán asistencia urgente y servicios de protección en Ucrania. Uno de los temas que más preocupan es la gran disminución de la capacidad de generación energética, lo cual afecta significativamente a los suministros de agua, electricidad y calefacción en varias regiones, pero especialmente en Járkov, luego de la escalada de violencia sufrida en mayo del año pasado.
Esperanza
Pese a todo, Vasyl mantiene la esperanza: “Llegará el día en que volveremos a la normalidad, al trabajo pacífico. Mañana o pasado, todo esto terminará, no importa cuán difícil o duro sea para nosotros. Los ucranianos somos diferentes, y yo, personalmente, me siento orgulloso de ser ucraniano y vivir en Ucrania. Pase lo que pase, yo me quedaré aquí”.

La de Vasyl es una de las más de tres millones de historias de desplazados forzosos dentro de Ucrania. Con mucha valentía y resiliencia, este profesor de física sigue ejerciendo su profesión y brindando ayuda a otros ucranianos en situación apremiante.
Cuando llegó a Odesa, la asistencia de ACNUR fue clave para trazar las líneas de un nuevo comienzo: “Utilicé la primera ayuda para comprar todos los medicamentos que necesitaba para tratar la enfermedad que sobrevino con el ataque en mi casa. Estoy realmente muy agradecido”, comparte Vasyl.
Es de vital importancia mantener la financiación para abordar las necesidades urgentes en las zonas de conflicto y brindar apoyo a todos los afectados. Actualmente, ACNUR se encuentra en el terreno ucraniano y tiene el compromiso de seguir operando para entregar ayuda en los momentos en que las condiciones de acceso y seguridad lo permitan. En cada lugar, trabaja con socios locales e internacionales para brindar asistencia a la población civil y colabora directamente en las reparaciones de casas, además de brindar apoyo legal y terapia psicológica a quienes han sufrido los traumas de la guerra.
En esta instancia, la colaboración de toda la sociedad es esencial, ya que nadie elige ser refugiado, pero todos podemos elegir cómo ayudar. Desde Argentina es posible colaborar con los millones de desplazados y refugiados que huyen de la guerra para salvar sus vidas, ingresando en fundacionacnur.org/dona
*Paula Martínez Álvarez es Directora de Comunicaciones de Fundación ACNUR Argentina